Prolapso uterino: Lo que nadie te cuenta sobre la histerectomía y mi experiencia real

🌸  Prolapso uterino



Lo que vas a leer a continuación es el testimonio real de una mujer que vivió un prolapso uterino y decidió operarse. Comparte su experiencia desde lo vivido, no desde lo idealizado.

Por respeto a su intimidad, escribe de forma anónima bajo el nombre de Elena, una de las voces que colaboran en este blog.

Sus palabras, sin duda, hablan con la voz de muchas.

Lo que no te explican sobre la histerectomía… y lo que yo sí quiero contarte.

Muchas mujeres sienten, a veces sin saber por qué, una especie de pesadez en la parte baja del abdomen. Con el tiempo, esta sensación puede aumentar, y el útero empieza a descender hacia la vagina, incluso llegando a sobresalir parcialmente. Esto provoca molestias al caminar, al estar de pie durante mucho rato o al hacer esfuerzos. Cuando finalmente acudes al ginecólogo, llega el diagnóstico: prolapso uterino. Y es normal que, al oírlo, sientas miedo, sorpresa o inseguridad.

Cuando preguntas por qué te ha pasado esto, el especialista te explica que el prolapso ocurre cuando los músculos y ligamentos que sostienen el útero se debilitan. Puede deberse a partos múltiples, a los cambios hormonales de la menopausia, al sobrepeso o a esfuerzos repetidos que aumentan la presión abdominal.

Y cuando preguntas por las posibles soluciones, ya intuyes que no es algo que se arregle con una simple tirita. El especialista te explica que es una situación común en muchas mujeres y que, aunque no se pueda revertir del todo, hay formas de mejorar la calidad de vida y aliviar los síntomas.

Por mi experiencia en distintas consultas ginecológicas, te diré que, si el especialista es de la Seguridad Social, lo más probable es que te informe primero sobre opciones conservadoras, como los pesarios. Te explicarán qué son, te los mostrarán e incluso puede que te coloquen uno para que lo lleves durante una hora o más, y así puedas notar qué sensación produce y si te aporta beneficios... o no.



Imagen de diferentes tipos de pesarios ginecológicos  Fuente: Wikimedia Commons

🎥 Video educativo sobre el uso de pesarios

Inserción de un pesario:  Ver video en YouTube


Sin embargo, si acudes a una clínica privada, a veces se inclinan por la operación directa y puede que ni te mencionen los pesarios. Está claro que la cirugía tiene un coste económico, y te lo ponen muy fácil: incluso pueden decirte —como me dijeron a mí— que “esto se lo hacemos a mujeres de 40 años”, y que imagines lo bien que vas a quedar.

Y claro, quieres solucionar el problema de la forma más rápida posible y mejorar tu calidad de vida, sin tener que ponerte y quitarte un pesario constantemente. Cuando preguntas por los contras, parece que no existen… o simplemente omiten contártelos. Conocerlos, aunque incómodo, te ayuda a tomar decisiones más seguras y conscientes sobre tu cuerpo.

Por eso empiezas a indagar: buscas opiniones en internet, pero no encuentras malas reseñas de los especialistas en prolapso. Te parece raro. Entonces preguntas a conocidas que sabes que se han operado y les pides que te cuenten qué tal. Te conviertes en una especie de detective del prolapso. Descubres que todas te dicen que les fue muy bien, y empiezas a pensar: ¿por qué a mí no me va a ir igual? Dudas, pero finalmente tomas la decisión.

Eso sí: la decisión tienes que evaluarla tú misma, porque buscar opiniones a veces es como entrar en Facebook… siempre parece que a todo el mundo le va de fábula. 😏



Hasta aquí, lo que se suele contar… pero a partir de aquí, te hablo desde lo vivido. Te cuento mi experiencia real, la que no aparece en los folletos, ni en los foros, ni en las consultas. La que a mí me habría gustado leer antes de operarme.


No escribo esto para asustarte, ni para desaconsejar la cirugía. Cada caso es diferente. Pero ojalá alguien me hubiera contado lo que ahora sé. Familiares y amigos me animaban a operarme. Me decían: “tienes que decidirte, así tendrás más calidad de vida”. Por eso quiero compartir lo que viví después de la operación, con total sinceridad. Para que, si estás en esta situación, puedas decidir con los ojos bien abiertos, sin dejarte llevar por los consejos de nadie, ni siquiera bienintencionados.

Mi primera opción fue acudir a la Seguridad Social. Me daba más confianza, pero claro… la siguiente cita con el ginecólogo era dentro de 4 meses, y según me explicaron, podrían pasar otros 4 (o más) hasta que me llamaran para operarme.

Opté por ir al ginecólogo de mi aseguradora privada. Al fin y al cabo, para eso estaba pagando cada mes. Como te conté al principio, me lo puso muy fácil y con un resultado que sonaba fabuloso. Le pregunté por las posibles complicaciones… y parecía que no había ninguna.

Así que me decidí a operarme: histerectomía supracervical subtotal por laparoscopia.

No puedo decir que el especialista fuera especialmente simpático en el trato, pero leí en internet muy buenas referencias sobre él, incluso que era uno de los mejores en ese campo. Así que acepté su poca empatía con la paciente, confiando en su experiencia profesional.

El día de la operación recibí el mismo trato por parte del especialista: “buenos días” y poco más. Ni siquiera subió a la habitación para ver cómo me encontraba. Mandó a una doctora de su equipo, que me dijo que todo había salido bien.
 
Le pregunté qué podía esperar del resultado, y su respuesta me dejó helada:
“Bueno, con el tiempo los órganos volverán a bajar de nuevo, pero tardará en hacerlo.”

Me quedé en shock. De eso no me dijo nada el especialista antes de operarme.

Los días siguientes a la operación no sentí molestia alguna, ya que estaba muy medicada.

Era muy satisfactorio no sentir el prolapso al levantarme y poder caminar sin molestias. Me sentí feliz.

Pasados unos días, me animé a salir a andar, tal como me indicó el médico, que me dijo que sería beneficioso, siempre que no hiciera esfuerzos.

Al mes de la operación, en la revisión, el especialista me dijo que todo iba bien. Pero mi euforia duró poco. Al dejar la medicación, aparecieron las contraindicaciones de las que nadie te habla:

Sentía incluso más cansancio en las piernas y el bajo vientre que antes de operarme, y además un dolor lumbar que nunca antes había tenido.

Volví a consulta, y la solución que me dieron fue no dejar la medicación. Y no solo eso: el especialista me dijo que nadie era feliz con dolor y me añadieron más Nolotil.

Pasaron tan solo seis meses y mi mundo se vino abajo.
Volví a sentir el prolapso y acudí rápidamente al especialista.

En la revisión me dijo que ahora tenía un prolapso de vejiga. Le pregunté qué se podía hacer, y su respuesta fue: 
“Bueno… con eso se puede vivir.”

No os digo lo que se me pasó por la cabeza al oírle darme esa “solución”... Y para colmo, te miran con cara de pocos amigos, como si cuestionar el resultado fuera una ofensa personal. Como si, por creerse dioses, no pudieran aceptar que su operación ha fracasado… y te ha dejado peor de lo que estabas, física y emocionalmente. Con un cuerpo distinto, una vida cambiada y demasiadas preguntas sin respuesta.

Dos años después, sigo sufriendo las mismas molestias. Si bien el dolor lumbar ha disminuido un poco, el prolapso sigue empeorando. A día de hoy, sigo buscando algo que me ayude a poder caminar y estar de pie sin tanto dolor y sin tantas molestias.


Creo que ya he probado todo lo que hay en el mercado sobre soporte pélvico: fajas, cinturones, etc... porque claro, después de la operación ya no te sirven los pesarios, al menos a mí.

Iré añadiendo información sobre estos soportes para que no te gastes dinero a lo tonto y contando los que no sirven para nada.

Estoy en proceso de peregrinar de nuevo por consultas ginecológicas con la esperanza de que me puedan dar alguna solución.

Si tienes alguna consulta, escríbeme y con mucho gusto te ayudaré en lo que pueda.

Gracias por leer hasta aquí. Pronto compartiré más sobre opciones, productos y experiencias reales sobre el prolapso.

No me rindo, y tampoco quiero que tú lo hagas. Te iré contando lo que funcione… y lo que no.

Hasta pronto, cuídate mucho.

– Elena Colaboradora en el blog







Este blog comparte experiencias personales y aprendizajes propios. No soy profesional de la salud; si tienes dudas médicas, consulta siempre a un especialista.

Nota: Todas las imágenes de este blog han sido generadas mediante inteligencia artificial y no representan a personas reales.

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