Cosas que sacan de quicio a una mujer # 7
Cuando alguien opina de tu cuerpo sin que se lo preguntes.
"Uy, has engordado un poco" —dijo con título en "sinceridad brutal"
La amiga “transparente”, la cuñada sin filtro, la tía que confunde sinceridad con mala educación…
Y cuando te la encuentras, no falla. Lanza su frase estrella con tono casual, como quien comenta el tiempo:
— “Uy, has engordado un poquito, ¿no?”
A ver, querida…
¿Tú tienes espejo en casa? ¿O simplemente te guías por soltar lo primero que se te pasa por la cabeza al ver a alguien?
Porque yo espejo tengo.
Tengo espejo, fotos, ropa que ya no me sube del muslo y una relación con la báscula digna de una telenovela.
Sé perfectamente cómo está mi cuerpo.
Lo que no entiendo es cómo alguien puede ver el cuerpo de otra persona y pensar:
“¿Sabes qué necesita esta persona? Mi opinión no solicitada, servida con una sonrisa y cero empatía.”
Y claro, luego lo suavizan con el clásico:
“Ay, pero te lo digo con cariño…”
Sí, y yo te voy a responder con amor… pero primero voy a respirar hondo para no decirte lo que realmente pienso.
Spoiler: opinar sobre el cuerpo ajeno no es cariño.
Ni sinceridad.Es falta de empatía disfrazada de franqueza.
Así que la próxima vez que alguien te suelte esa joyita, sonríe con calma y déjale esto para reflexionar:
— “¿Y tú siempre opinas sin filtro… o hoy te has levantado con ganas de ser impertinente?”
Este blog comparte experiencias personales y aprendizajes propios. No soy profesional de la salud; si tienes dudas médicas, consulta siempre a un especialista.
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