Cosas que sacan de quicio a una mujer #2

La primera vez que un hombre me cedió el asiento en el metro

La primera vez que iba en el metro, un hombre que calculaba más o menos mi edad me cedió el asiento. Al principio dudé en aceptarlo, porque el cabreo que me pillé fue considerable.

Me imagino que para él fue un acto de caballero, pero para mí fue como si me estuviera llamando vieja. Vamos, que pensó que no podía estar de pie hasta el final del recorrido.

Me dejó hecha una pena. No me quería sentar, pero la gente no dejaba de mirarme con esa insistencia silenciosa de “¡Siéntese, siéntese!”. Le lancé una mirada de mala leche, y sí, me senté.

El viaje se me hizo eterno, cuando normalmente me parecía corto. Y ahí estaba yo, pensando que quizá debería cambiar mi vestimenta por algo más moderno… o al menos más “juvenil”.

¿Y tú? ¿Recuerdas la primera vez que alguien te cedió el asiento y cómo te sentiste? ¿Fue un gesto amable o un recordatorio incómodo? Me encantaría que compartieras tu historia en los comentarios.






Este blog comparte experiencias personales y aprendizajes propios. No soy profesional de la salud; si tienes dudas médicas, consulta siempre a un especialista.

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