Cosas que sacan de quicio a una mujer # 6
“Ya que vas…” El arte sutil de delegarte la vida ajena
Hay frases que parecen inocentes… hasta que las oyes por enésima vez en una semana.
Y una de las campeonas indiscutidas del ranking es: “ya que vas…”
No importa a dónde vayas —al baño, a la cocina, al súper, al cuarto de al lado o simplemente a tomar aire cinco segundos—, en cuanto anuncias (o te atreves a moverte sin anunciar) que vas a algún sitio, una voz surge de las sombras:
—“¿Ya que vas, me traes un vaso de agua?”
—“¿Ya que vas, me traes una cerveza?”
—“¿Ya que vas, le das esto a los niños?”
—“¿Ya que vas al centro, puedes pasar por el banco, comprar pan y recoger mi paquete de Amazon?”
Y tú, que solo ibas por un vaso de agua, terminas con el vaso en una mano y las peticiones en la otra, la lista mental de los encargos ajenos y el perro siguiéndote porque también quiere algo.
Así, sin quererlo, te convertiste en una especie de Uber doméstico no remunerado, con tarifa emocional incluida.
Y lo peor es que la frase viene con ese tono suave, casi amable, como si fuera una pequeña cosita de nada. Pero acumulada durante días, semanas, años... puede tener el peso emocional de una mudanza.
Porque detrás del “ya que vas” hay una suposición muy clara: que tu tiempo, tu movimiento y tu energía están disponibles para los demás. Que si tú te mueves, es una oportunidad para que otros no tengan que hacerlo.
Spoiler: a veces solo querías ir a por un vaso de agua en paz.
Este blog comparte experiencias personales y aprendizajes propios. No soy profesional de la salud; si tienes dudas médicas, consulta siempre a un especialista.
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