Cosas que sacan de quicio a una mujer # 8 Conducir con un hombre de copiloto

Conduciendo con el copiloto que cree saberlo todo

Si hay algo que verdaderamente desquicia a una mujer, es ir conduciendo con su marido de copiloto. No hay trayecto corto ni viaje largo que se salve. Desde el minuto uno, empieza el recital:

— “¿Por qué no coges la otra ruta que es más rápida?”
— “Vas muy lenta, ¿no ves que todos te están adelantando?”
— “Deberías adelantar ya, que ese camión va a dos por hora.”
— “¡Te vas a pasar la salida!”
— “¿Tú sabes aparcar ahí…?”

Y tú, mientras tanto, sujetando el volante con una mano y la paciencia con la otra.

Lo más agotador no es el trayecto, ni el tráfico, ni siquiera el atasco. Es ese copiloto que no se calla, que da instrucciones como si llevara una centralita de la DGT en el cerebro. Y lo mejor de todo: muchas veces ni siquiera tiene carnet de conducir. Pero se cree Fernando Alonso con voz de GPS.

Llega un punto en el que la crispación es tal que una solo quiere parar el coche, abrir la puerta del copiloto, y amablemente —o no tanto— decirle:
“Bájate. Ya. Y quédate.”

Y entonces, seguir tu ruta tan plácidamente, sin interferencias, sin críticas, y sin ese copiloto que cree que tú necesitas instrucciones para todo… cuando lo único que necesitas es silencio.


🧾 Manual exprés para sobrevivir a un marido copiloto:

  1. Subir la música. Alto. Más alto.

  2. Fingir interferencias auditivas: “¡Uy! ¿Has dicho algo?”

  3. Repartir gafas de realidad: “Cuando tengas carnet, hablamos.”

  4. Llevar siempre un snack: para que se entretenga masticando.

  5. Y si nada funciona… activar el protocolo “bájate aquí y camina”.


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Este blog comparte experiencias personales y aprendizajes propios. No soy profesional de la salud; si tienes dudas médicas, consulta siempre a un especialista.

Nota: Todas las imágenes utilizadas en este blog han sido generadas mediante inteligencia artificial y no representan a personas, lugares o hechos reales.

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