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 La primera vez que te llaman “señora”

Aún recuerdo la primera vez que, paseando por el parque, a un niño se le escapó la pelota. La recogí por inercia, como siempre, y entonces escuché su grito desde lejos:

—¡Señora! ¿Me puede pasar la pelota?

¿Señora? ¿En serio? ¿Se estaba dirigiendo a mí?

Me quedé helada. ¿Tan mayor me veía? Si ni siquiera había cumplido los 30... Apenas unos años atrás me decían: “Chica, pásame la pelota”. Pero ese día, no. Ese día fui “la señora del parque”.

Recuerdo que volví a casa dándole vueltas. Me miré en el espejo: el pelo, ni una cana; los ojos, ni una arruga. Pero algo había cambiado. Algo invisible, intangible... algo que ya no se puede ocultar ni evitar.

Había crecido, sí. ¿Madurado? Tal vez. Pero ¿señora?

Desde entonces, cada vez que alguien me llama así, sonrío por fuera… pero por dentro sigo preguntándome cuándo fue que crucé esa línea invisible.

Y así empieza esta nueva sección: “Cosas que nos sacan de quicio”, pequeñas (o no tan pequeñas) situaciones que todas vivimos alguna vez.

¿Te ha pasado algo parecido? ¿Recuerdas la primera vez que alguien te llamó “señora”? Me encantaría leer tu historia en los comentarios.

 

 

 

 


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