Solo uno” puede abrir la puerta: mi lucha honesta contra la recaída y la adicción"

 


A veces creemos que “solo uno” no hará daño. Pero cuando se trata de una adicción, una sola rendija puede abrir la puerta entera. Hoy escribo desde la sinceridad más cruda. No para dar lecciones, sino para compartir una lucha que muchas conocemos: la de dejar el tabaco… y no dejarse a una misma en el intento.

Esa maldita calada…

Sí, ese cigarro que me fumé el otro día, “porque solo sería uno”, me ha revuelto todo. Como si una sola calada fuera suficiente para encender de nuevo la adicción. Desde entonces, mi cabeza no para. Me lleva, como si tuviera memoria propia, a los rincones de la casa donde alguna vez escondí cigarrillos: cajones, bolsos, chaquetas, incluso dentro de jarrones decorativos.

Me siento como una ladrona, una detective desesperada… o peor, como una adicta a punto de cruzar un límite. Busco por si aún quedara alguno, como si fumármelo fuera a salvarme de algo. Y aunque me resisto a bajar a comprar tabaco, hay momentos en los que esa lucha se vuelve una tortura. Como el 21 de marzo, mi primer día sin fumar. Vuelvo a ese lugar.

Pero no me rindo.

He vuelto al chupa chups sin azúcar, mi salvavidas en esta guerra de nervios. Sé que no es fácil, y sí, he ganado tres kilos en estos días. Entre la falta de ejercicio y comer un poco de más para calmar la ansiedad, mi ánimo ha bajado. Pero también sé que este proceso no es lineal y que caer no significa rendirse.
Estoy decidida. Voy a seguir sin fumar. Voy a salir de esto, aunque sea con un chupa chups en una mano y la báscula en la otra. Porque sé que, para muchas de nosotras, subir de peso puede ser la excusa perfecta para volver a fumar… pero esta vez no. Esta vez voy a cuidarme de verdad, por dentro y por fuera.
Porque me lo debo.

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